"BARNABITAS ESPAÑA"


SERMON TERCERO

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EL TERCER MANDAMIENTO [72]

IC. XC. +

PARTE I: DOGMATICA

                                                                                  El derecho de Dios

{137}   Queridos:

1.  Sería loco quien estimara que Dios no creó el cielo, el aire, la tierra y lo que en ellos se contiene (Sal. 146,6); e injusto -quien podría negarlo- quien no le conceda algún fruto y reconocimiento de ellos: pues todo trabajo[1] merece su premio y a nadie, por muy pequeño artífice que sea, aun de cosas viles, se le niega su salario. A Dios pues, artífice supremo, )debe negársele su fruto, es decir cierto reconocimiento? No, no.

      En figura de ésto se lee que José, en tiempo de escasez, distribuyó trigo y cebada a Egipto a [73] nombre de Faraón, aceptando en precio campos y tierras: así que, devolviéndolos después a sus poseedores, los hizo tributarios. De esta forma resultó que, {138} desde entonces, todo Egipto quedó tributario de su señor.

      Faraón entregó el trigo almacenado en tiempo de abundancia -trigo quitado a los mismos Egipcios-, y los hizo tributarios. Dios, en cambio, da de lo suyo y a todas las criaturas, y copiosamente, y sobre todo no busca nuestros bienes ni los necesita (Sal. 16,2). )No nos cabe, pues, darle el tributo que merece? Sí, sí.

      Por eso nuestro Salvador presenta a su Padre cual padre de familia que ajusta cuentas con sus servidores y, al encontrarlos fieles, los premia; por el contrario, al sorprenderlos infieles, los castiga duramente, sobre todo quitándoles los bienes y posesiones concedidas en uso (Mt 25,19)

     A quienes administraron[2] su viña, por no entregarle los frutos a su tiempo, les quitó la viña.

[74]  Más aún hace el Señor que,al hacer una expedición, entregó el gobierno de la ciudad a sus ciudadanos, recomendándoles justicia y fidelidad[3]. En cuanto partió, aquellos miserables le mandaron una delegación, diciéndole que no lo querían como señor. Él airado, al volver de su victoria;, les quitó la ciudad y el gobierno, los mató a todos y pobló la ciudad con[4] nuevos habitantes (Lc 19,12).

{139} Y ten por seguro esto, como dice la Escritura: Dios reunirá a todas la gentes de la tierra y sus pensamientos y los juzgará (Is 66,18). (Piensa cómo actuará, Querido, entonces!

 

2.   Querido, )acaso Dios no lo gobierna todo? Sí, sí. )Cuál sería  el fundamento, pues, que se te ocurre, para no creer que debemos entregarle su tributo? Ninguno, por cierto.

      La nodriza, el pedagogo tiene su remuneración. Y Dios es más que nodriza, más que pedagogo, más que padre y madre. Te gobierna tan tiernamente, que para salvarte quiso dar su vida (Jn 10,15); para regresarte a la grey [75] por treinta y tres años caminó por desiertos y cerros (Lc 15,4); para buscarte prendió la luz y dio vuelta toda la casa (Lc 15,8).

{140} Recuérdate de tu padre, guía y señor[5] Cristo Jesús, quien dijo a Felipe: "Tengo misericordia de esta muchedumbre, porque hace ya tres días que me siguen y no tienen qué comer, y están tan lejos de lugares donde podrían conseguir pan, que morirían antes de llegar". Y así, encontrándose esos pocos panes, los multiplicó y alimentó al pueblo (Mc 8,2).

     Recuerda que, en la oración a su Padre, dijo: "Los he cuidado hasta este momento; ahora; Padre, cuídalos (Jn 17,11) no te encomiendo sólo a ellos, sino también a aquellos que por medio de ellos creerán" (Jn 17,20).

     Recuérdate que dijo a sus discípulos: "Estaré con ustedes hasta en fin del mundo" (Mt 28,20).

     Oh, (dulce y dichoso gobierno!

 3.  Y si ésto no fuera suficiente, Querido,  mira de cuantos peligros te ha [76] liberado, cuantos bienes te ha conservado y de qué modo te ha enriquecido. Liberó al pueblo de Israel de Egipto (Éx 14,1ss); liberó ese mismo pueblo de la esclavitud de Nabucodonosor (Esdras 2,1); mira en especial la liberación de Lot de las manos de los enemigos (Gn 14,16) y del fuego de las cinco ciudades sumergidas (Gn 19,14): (la liberación) de Abrahám de aquel rey Abimelec (Gn 20,1ss); la de Jacob de su hermano, rectificándoles especialmente el camino y amenazando a su hermano Esaú en sueños (Gn 33,1ss); la liberación de David -tantas veces y de tantas maneras-  del rey Saúl (1Sam 18,11; 19,10ss).

     Y para no alargarme más, considera tú mismo cuán admirablemente te ayudó Dios una y otra vez. Mira: )quién hizo posible que {141} el pueblo de Israel no perdiera su reino en tiempos de Senaquerib (2Re 19,35) y mil otras veces? )Quién hizo posible que no fuera exterminado todo aquel pueblo en tiempos de Ester? [77] (Est 9,1ss). )Quién permitió que no se aniquilaran los supérstites de Israel en tiempos de los Macabeos? (1Mac 1,57). "Misericordiae Domini quia non sumus consumpti: Es bondad del Señor si no fuimos aniquilados" (Lam 3,22), y así el todo se conserva, en cuanto Dios lo sostiene con su mano[6]: si la retirara, todo se secaría.

     En resumen: Dios es causa de todo bien; y aunque Pablo siembre y Apolo riegue, es Dios que da crecimiento (1Co 3,6).

 4.  Por tanto concluye: Dios obligó a toda criatura, principalmente al hombre, pues la creó, la gobierna, la libra de enemigos y peligros, y la conserva y acrecienta en los bienes; cuanto más excelente y noble es la criatura, tanto más obligación tiene de entregarle mayores frutos (Lc 12,48).

                                                                                El deber del hombre

1.  Si me preguntaras, Querido, de qué debes darle fruto, apunta:{142}

            -   de lo que se encuentra en tí, pues todo bien viene de lo alto (Sant 1,17);

[78]      -   y aún, en lo que no tienes, pero deseas tener, pues Él da el deseo y el "perficere pro bona voluntate: el actuar tratando de agradarle" (Fl 2,13), y da aún más de lo que el hombre sabe desear;

            -   y según la calidad de las cosas, así tú le debes tu particular fruto y reconocimiento.

     En figura de esto el  pueblo de Israel tenía la obligación de pagar el diezmo de todos los frutos y de todos los animales (Lv 27,30ss).

     Pero, Querido, si eres infiel en las cosas pequeñas, )serás fiel en las grandes? (Lc 16,10). Por eso Él ni siquiera te las dará. Y si tú no observas la alianza prometida a Dios[7] )esperas que Él la observe contigo? No lo creas.

      Acuérdate de aquel padre de familia y señor que tenía a uno que le adeudaba diez mil talentos; revisando éste su cuenta, y no teniendo con qué pagarle y suplicándole misericordia y paciencia, (el señor aquel) le perdonó la deuda. Al salir de su señor, el siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía quinientos talentos y le obligó [79] a pagar su deuda. Suplicándole éste compasión y aplazamiento, lo agarraba ahogándole para que le pagara. Al ver otros {143} compañeros la crueldad grande informaron al señor, quien, airado, le dijo: "(Siervo malvado! Yo te perdoné toda la deuda; )no debías tú también compadecerte de tu hermano y esperar? Por tanto: Siervos, agárrenlo y métanlo en la cárcel; estoy decidido a que no salga hasta que haya devuelto hasta el último centavo[8]" (Mt 18,23ss).

      ¿Ves esta sentencia? Así hará Dios contigo.

2.  No quieres reconocerlo, tú no quieres darle el fruto prometido, que es santificar el sábado y observar el tercer mandamiento de la ley; por eso Él tampoco te dará lo que había prometido, y tampoco te dará la perfección, el particular reconocimiento de [80] su Bondad y de tu miseria, el alcanzar y realizar los consejos.

     ¿Sabes cuál es el motivo? El motivo es éste: aunque su Bondad dispense muchos bienes a nosotros, siervos infieles y mentirosos; a nosotros sus enemigos, a nuestro despecho; sin embargo el bien de la perfección, el saborear a Dios, el conocer sus secretos, no quiere darlos sino a sus amigos y fieles discípulos.

     En señal de esto la Verdad encarnada dijo a sus apóstoles: "Ya no los llamaré siervos, sino amigos, porque {144} les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre" (Jn 15,15). En efecto Pablo, el verdadero amigo de Dios, dijo de sí mismo y de otros fieles ministros: "A nosotros Dios ha revelado cosas que ningún príncipe de este mundo, es decir ningún filósofo o sabio del mundo, ha logrado conocer" (1Co 2,6). De esto Cristo agradeció a su Padre cuando dijo: "Te agradezco Padre, porque has escondido tus secretos a sabios y prudentes y los has revelado a los pequeños, etc." (Mt 11,25) "a quienes das una elocuencia y sabiduría, a la que no podrán resistir sus adversarios" (Lc 21,15).

 [81] 3. Cuéntame, pues, Querido: si Dios merece el reconocimiento del hombre porque lo creó, lo gobierna, lo libera de los males, lo conserva y hace crecer en el bien; y él en cambio le es infiel, mentiroso y enemigo; )por qué razón no debe verse privado de los privilegios particulares, ignorar sus secretos, ser y permanecer en continua miseria y bajeza de espíritu?

     Levántate, pues, levántate y procura satisfacer tu deuda para que te acoja nuevamente, como lo hizo con el hijo pródigo (Lc 15,20). Esto lo podrás hacer si reconoces tu pasado y cumples tus promesas por el futuro: lo que resultará fácil, {145} si desde ahora practicas el tercer mandamiento. Porque:

            -   la observancia del primero te hace rendir principalmente el homenaje del corazón;

            -   del segundo el homenaje de la boca;

            -   del tercero el de la acción;

            -   así, ligado a este triple vínculo, saldrás fácilmente del pozo de la miseria e imperfección con Jeremías (Jr 38,13), y ascenderás [82] a la cumbre de la santificación, que sola hace el corazón adornado de Dios.

     Aplícate, pues, al estudio[9] de este tercer mandamiento, para que después puedas discutirlo mejor por tí solo.

PARTE I: DOGMÁTICA

                                                                   Exposición del Mandamiento

1. Por eso Moisés, hablando de este mandamiento dijo: "Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos, y el séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó" (Éx 20,8-11).

 2.  Con estas palabras Dios te concede trabajar seis días; te manda que el séptimo día lo dediques a El; y te prohíbe trabajar en ese día.

[83]      -   Este Mandamiento es moral, en cuanto quiere que te santifiques y te entregues a Dios.

            -   Es celebrativo, en cuanto manda observar el séptimo día, que prefigura  la muerte y el descanso de Cristo en el sepulcro y la paz de las almas en el cielo.

            -  Es en parte celebrativo y en parte moral, en cuanto prohíbe los trabajos; pues prohibiéndolos todos, entiende prohibir todo pecado; pero, prohibiendo algunos -es decir- los meramente serviles y mecánicos y no necesarios para vivir- y permitiendo solamente los necesarios, y tolerando los agradables, contiene algo moral.

                                                                        Práctica del Mandamiento

1.  Aquí, querido, Dios prohibe todos los pecados; los tuyos como los de los demás, que defiendes, {147} excusas y no corriges. (Si supieras cuán necesaria es la corrección fraterna, no harías ésto! Tú dices: ")¿Qué me importan a mí los pecados ajenos?" (¡Insensato![10] Dios [84] te pedirá estricta cuenta. Pero dejemos para otra ocasión el hablar de esta corrección[11].

     Te prohibe también todas las obras serviles.

 

2.  Te manda observar y santificar las fiestas, que hasta ahora no has observado en lo más mínimo.

     Escucha qué se entiende por la santificación.

     Santificación quiere decir pureza de mente y purificación. "Lo que Dios quiere, dice Pablo, es que viváis consagrados a él, que os apartéis del libertinaje" (1Tes 4, 3).

     Santificación quiere decir dejar el hombre viejo -o sea las cosas anteriores[12] y los vicios- y seguir al hombre nuevo -o sea al espíritu- (Col. 3, 9), y caminar así la patria celestial. Dice David "Caminan de refugio en refugio hasta ver a Dios en Sión" (Sal 84, 8).

     Santificación quiere decir amar a Dios sobre todas las cosas; y hacer todo por él, amar en Él [85] a los amigos y por Él a los enemigos y quien esto hiciere será puro, tranquilo y estará en paz.

     {148}3.  Santificación quiere decir convertirse a Dios intrínseca y extrínsecamente.

     (Intrínsecamente) Te conviertes a Dios, querido, cuando meditas tus pecados o los dones recibidos de El; y por eso santificas el día del Señor cuando meditas sus beneficios y tus ofensas, sobre todo en el pasado. (¡Cuántos son los que no hacen ésto en los días de fiesta! Se te puede excusar bastante en los otros días, por las ocupaciones; pero el día de descanso, que no trabajas, )¿quién podrá excusarte? Nadie.

     Oh, (¡cristianos pobres! Parece algo incongruente, en nuestro tiempo, y sin embargo, debemos hacerlo; y si no lo haces, no santificas el día del Señor.

      Y si no quieres alabar a Dios confesando tu error de palabra, hazlo al menos con la mente. No basta, querido, la meditación; es necesario unirse a Dios, elevando la mente, haciendo oración y, además, contemplar. Pero si no haces ésto, no me extraña porque no [86] entiendes aún qué es oración, y menos aún qué es contemplación.

 4.  Extrínsecamente te convertirás leyendo algún pasaje de la Escritura, rezando o cantando salmos; y además ofreciéndole sacrificios:

{149}   -   el sacrificio, del cuerpo, mortificándolo por amor a Dios;

            -   del alma, uniéndola a Dios;

            -    y el sacrificio principal que es la Santísima Eucaristía, sacrificio de los sacrificios.

     No es de extrañar que el hombre se vuelva tibio y hasta animal: lo es porque no frecuenta este Sacramento. La principal conversión, pues, que haces a Dios sea hacia este Alimento. Acércate[13], querido, acércate a El: no hay nada mas que pueda santificarte, pues es el Santo de los Santo. Acuérdate que Agustín te exhortaba a comulgar al menos una vez a la semana[14].

     Todavía extrínsecamente el hombre se convierte a Dios guardando[15] sus Mandamientos y, sobre todo, aprendiendo la verdad y el Evangelio, y predicándolo a los demás.

[87]  Querido, )¿quieres santificarte? Imita a Cristo, imita a Dios, sé misericordioso y, sobre todo, en el día del Señor más que en los otros; da de comer al hambriento, de beber al sediento, viste al desnudo, recoge al forastero, visita al enfermo, y al encarcelado (Mt 25,35); prevé tus acciones, hazlas por amor a Dios, ten recta intención; elige lo mejor, haz el bien, en todo te mueva la caridad.

     Guarda, querido, estas cosas en tu mente y medítalas bien, pues lo requiere el celebrar y santificar de veras el día del Señor.

                                                                                        Conclusión{150}

     Si haces ésto, das el homenaje debido[16] a Dios, observas su promesa, reconoces su bondad, le ofreces la acción de gracias. Por eso tú eres su amigo y verdadero enviado; por eso, donde esté Él, estarás tú también: en esta vida, con la conversación en el cielo (Flp. 3,20); en la otra, con el gozo de la gloria[17].

     Que Dios nos lo conceda por su misericordia.

      Amén.


 

     [1]      fatiga

     [2]      habían conducido

     [3]      recordándoles conservaran la fidelidad

     [4]      puso

     [5]      gobernador

     [6]      le tiene su mano encima

     [7]      a su Majestad

     [8]      todo hasta un mínimo cuadrante

     [9]      entrega tu mente a la exposición

     [10]     (Qué poco criterio!

     [11]     Cfr. Sermón 41, p. 20.

     [12]     las cosas posteriores

     [13]     anda

     [14]     P.L. XLII, 1217.

     [15]     haciendo

     [16]     das el fruto debido

     [17]     la fruición en la gloria
















































































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